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Wallace Stegner Wallace Stegner dijo una vez sobre su escritura: "Creo que en la ficción no debemos tener una intención distinta a la de decir la verdad”. La prosa de Stegner inspiró a varias generaciones de estadounidenses a buscar su propia verdad. En Geography of Hope, A Tribute to Wallace Stegner, escrito por sus amigos, colegas, y por su hijo, Page Stegner, se siente una resonancia, más que una simple colección de aplausos conmemorativos. "Es un libro acerca de lo que un hombre nos enseñó, con su ejemplo, sobre una vida comprometida; un libro acerca de lo que significa ser un representante de la raza humana responsable, amable y considerado. Él no lo hubiese aceptado de ninguna otra manera".
Wallace Stegner nació el 18 de febrero de 1909 en Lake Mills, Iowa. En su carrera de más de 60 años escribió 30 libros. Entre sus novelas, se encuentran The Big Rock Candy Mountain, 1943; Joe Hill, 1950; All The Little Live Things, 1967 (medalla de oro del Commonwealth Club); Angle of Repose, 1972 (premio Pulitzer); The Spectator Bird, (Premio Nacional del Libro), 1977; Recapitulation, 1979; Collected Stories, 1990, and Crossing to Safety, 1987. Entre sus obras que no son de ficción están Beyond the Hundredth Meridian, 1954; Wolf Willow: A History, a Story, and a Memory of the Last Plains Frontier, 1962; The Sound of Mountain Water, 1969; Where the Bluebird Sings to the Lemonade Springs: Living and Writing in the West, 1992, una colección de ensayos que le valieron una nominación al Premio del Círculo Nacional de Críticos del Libro.
Si bien a Wallace Stegner se le llama "el decano de los escritores del Oeste", no toda su ficción se desarrolla en el Oeste. Una de sus más exitosas novelas, Crossing to Safety, tiene lugar en Wisconsin y Vermont. The Spectator Bird sucede en California y Dinamarca. All The Little Live Things es California pura, no es típicamente del Oeste. Muchas de sus historias transcurren en entornos diversos: Vermont, Egipto, el sur de Francia, y también el oeste norteamericano. Sin embargo, su obra de no ficción, y una de sus más elocuentes declaraciones acerca del medio ambiente, The Wilderness Letter, es definitivamente del Oeste. Su impacto histórico y ambiental es del Oeste.
Wallace Stegner escribió acerca de la necesidad de preservar el Oeste, y también luchó por ello. Participó en el movimiento conservacionista de los años cincuenta, mientras se oponía a la construcción de un dique en el río Verde en el monumento nacional Dinosaurio. En 1960 escribió su famosa carta Wilderness Letter, acerca de la importancia de la protección federal de los lugares silvestres. Esta carta se utilizó para presentar el proyecto de ley que estableció el Sistema de Preservación de Áreas Silvestres Nacionales, en 1964. Wallace Stegner también fundó el Comité para las Colinas Verdes, en el condado de Santa Clara, California, y participó en el Club Sierra y la Sociedad de Áreas Silvestres. También fue asistente del Ministro del Interior, Stewart Udall, durante la presidencia de Kennedy. Allí trabajó en asuntos relacionados con la expansión de los Parques Nacionales. Su pasión por la necesidad de proteger nuestros lugares silvestres y su respeto por nuestros paisajes son los temas que el Sr. Stegner expresa con elocuencia en varios de sus libros y ensayos.
En 1964 Stegner fundó el Programa de Escritura Creativa en la Universidad de Stanford, en cuya facultad trabajó hasta 1971. También enseñó en la Universidad de Utah, la Universidad de Wisconsin y la Universidad de Harvard. Entre sus alumnos se encuentran: Wendell Barry, Larry McMurtry, Thomas McGuane, Ernest Gaines, John Daniel, Raymond Carver, Edward Abbey y el laureado poeta de los Estados Unidos, Robert Haas. El Sr. Stegner fue dos veces Guggenheim Fellow y Senior Fellow del Fondo Nacional de Humanidades. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Ciencias y de la Academia Nacional de Artes y Letras. En 1992 rechazó la medalla nacional de las Artes por estar "preocupado" por los controles políticos sobre el National Endowment for the Arts (Fondo Nacional para las Artes). En 1934, Stegner contrajo matrimonio con Mary Stuart Page. Durante 59 años compartieron una “singular sociedad literaria personal" escribió Arthur Schlesinger, Jr. La dedicatoria del último libro de Stegner, Where The Bluebird Sings to the Lemonade Springs, reza "Para Mary...que, al igual que Delsey ha visto lo primero y lo último, y ha sido indispensable e inspiradora a lo largo del camino". El matrimonio tuvo un hijo, Page Stegner, que también es escritor y profesor de la Universidad de California en Santa Cruz.
El Sr. Stegner murió a los 84 años, el 13 de abril de 1993 a causa de las lesiones sufridas en un accidente automovilístico en Santa Fe, Nuevo México. Dejó un legado como escritor, profesor y ambientalista que alguna vez hizo que Edward Abbey lo nombrara "el único escritor vivo norteamericano digno del premio Nobel". En efecto, Stegner fue uno de los preeminentes historiadores del oeste norteamericano y podría decirse que el más importante de sus novelistas.
James Hepworth
The Quiet Revolutionary
THE WILDERNESS LETTER de "Coda: Wilderness Letter," derechos de autor de Wallace Stegner, 1960.
Algo habremos perdido nosotros, como personas, si alguna vez permitimos que lo que queda de nuestros páramos sea destruido; si permitimos que los últimos bosques vírgenes se conviertan en libros de historietas o paquetes de cigarrillos; si llevamos a los pocos ejemplares que quedan de las especies silvestres a los zoológicos o a la extinción; si contaminamos el aire puro y ensuciamos los últimos arroyos cristalinos y empujamos nuestros caminos allanados al último de los silencios, nunca más los norteamericanos estarán libres en su propio país del ruido, de la contaminación, de la hediondez de los desperdicios humanos y automotores. Y de este modo, nunca más tendremos la oportunidad de vernos a nosotros mismos únicos, separados, verticales e individuales en el mundo, parte del medio ambiente de árboles y rocas y tierra, hermanos de los animales, parte del mundo natural, y preparados para pertenecer a él. Sin restos de vida silvestre, estamos enteramente destinados, sin oportunidad siquiera para una reflexión o descanso momentáneo, a una carrera precipitada hacia nuestra vida de termita tecnológica, el Valiente Nuevo Mundo de un medio ambiente completamente controlado por el hombre—lo que quede de él, y en sus tantas formas—porque fue el desafío contra el cual se formó nuestro carácter como pueblo. El recuerdo y el consuelo de que todavía esté allí le hacen bien a nuestra salud espiritual, aunque no tengamos oportunidad de visitarlo por diez años. Es bueno para nosotros cuando somos jóvenes, gracias a la incomparable cordura que puede ofrecer brevemente, como vacación o reposo, a nuestras vidas de locos. Es importante para nosotros cuando somos viejos, simplemente porque está allí –eso es lo importante, simplemente la idea de que está allí.